Un hombre sano de unos
sesenta años empieza a notar que su memoria no es tan buena como solía
ser. Cada vez más a menudo, tendrá una palabra en la punta de la lengua,
pero apenas podrá recordarla. Se olvida de los nombres, comete errores
cuando paga sus cuentas y se encuentra a menudo confundido o preocupado
por el ajetreo normal de la vida a su alrededor. Una noche, se encuentra
repentinamente caminando en un vecindario a un par de millas de su
casa. No tiene idea de cómo llegó allí.
No hace mucho tiempo, la condición de este hombre habría sido
incluida dentro de una enfermedad amplia llamada “demencia” o “demencia
senil”. Hoy, la imagen es muy diferente. Ahora sabemos que la enfermedad
de Alzheimer y las enfermedades de otro tipo relacionadas con la
demencia son enfermedades diferentes. Armados con este conocimiento,
hemos mejorado rápidamente nuestra capacidad de diagnosticar con
exactitud la enfermedad de Alzheimer. Estamos todavía a cierta distancia
de la meta máxima—diagnóstico precoz, confiable, válido, de bajo
costo—pero los médicos experimentados ahora pueden diagnosticar el
Alzheimer con hasta 90 por ciento de exactitud.
El diagnóstico
precoz tiene varias ventajas. Por ejemplo, muchas condiciones causan
síntomas que imitan a los de las personas con Alzheimer. Descubrir que
esta enfermedad no es el problema puede incentivar a las personas a
conseguir tratamiento para la condición real. Para el porcentaje pequeño
de demencias que son tratables o reversibles, el diagnóstico precoz
aumenta las perspectivas de tratamiento con éxito.
Aun cuando la causa de la demencia resulte ser la enfermedad de
Alzheimer, es bueno determinarla lo más pronto posible. Uno de los
beneficios es de carácter médico. Los medicamentos ahora disponibles
para tratar el Alzheimer pueden ayudar a algunas personas a mantener sus
capacidades mentales durante meses o años, aunque no cambien el curso
fundamental de la enfermedad (para más información sobre estos
medicamentos ver la sección
Ayudando a los enfermos de Alzheimer a mantener su funcionamiento mental).
Otros beneficios son prácticos. Mientras más temprano conozcan el
diagnóstico las personas con Alzheimer y sus familias, más tiempo
tendrán para organizar sus vidas, manejar los asuntos financieros,
establecer un poder legal, tratar otros temas legales, crear una red de
apoyo, o hasta hacer planes para participar en una investigación. Poder
participar el mayor tiempo posible en la toma de decisiones sobre el
presente y el futuro es importante para muchas personas con Alzheimer.
Por último, los científicos también ven las ventajas del diagnóstico
precoz. Las pruebas en desarrollo que pueden revelar lo que está
sucediendo en el cerebro en las primeras etapas de la enfermedad de
Alzheimer, les ayudarán a comprender más acerca de la causa y la
aparición de ésta. También ayudará a los científicos a aprender cuándo y
cómo comenzar los medicamentos y los tratamientos de otro tipo para que
puedan ser más eficaces.
Los científicos están explorando maneras para ayudar a los médicos a
hacer un diagnóstico temprano y más preciso de Alzheimer. Por ejemplo,
algunos estudios están centrándose en los cambios en la personalidad y
el funcionamiento mental. Estos cambios pueden medirse mediante pruebas
de memoria y de rememoración. Las pruebas que miden las capacidades de
personas en áreas como el pensamiento abstracto, planificación y
lenguaje también pueden ayudar a especificar los cambios en la función
cerebral.
Los investigadores están trabajando mucho para mejorar estas pruebas
estandarizadas de manera que puedan rastrear mejor los cambios que
apunten hacia un diagnóstico precoz o para predecir quiénes están en
mayor peligro de desarrollar la enfermedad de Alzheimer en el futuro.
Otros estudios están examinando la relación entre el daño precoz en
el tejido cerebral y los síntomas externos. Otros más están buscando
cambios en la química de la sangre que quizá indiquen la progresión de
la enfermedad de Alzheimer.
Una de las áreas más alentadoras de la investigación en curso es el
diagnóstico neural por imágenes. En la última década, los científicos
han desarrollado varios sistemas de imaginología muy complejos que se
han usado en muchas áreas de la medicina, incluyendo en la enfermedad de
Alzheimer. Ejemplos de esto son la tomografía por emisión de positrones
(TEP, o PET por su sigla en inglés), la
tomografía computarizada por emisión única de fotones (SPECT), y las
imágenes por resonancia magnética
(MRI). Estas “ventanas” al cerebro viviente pueden ayudar a los
científicos a medir los cambios iniciales en la función o estructura
cerebral para identificar a aquellas personas que están en las mismas
etapas de la enfermedad—antes de que desarrollen señales y síntomas.
Estos tipos de exploraciones son principalmente herramientas de
investigación, pero un día, el diagnóstico neural por imágenes quizá se
use más comúnmente para ayudar a diagnosticar la enfermedad de Alzheimer
de manera precoz. Estas herramientas podrían usarse algún día para
vigilar el progreso de la enfermedad y para evaluar las respuestas de
los pacientes a los medicamentos.
Técnicas Actuales para el Diagnóstico de la Enfermedad de Alzheimer
Un diagnóstico definitivo de la enfermedad de Alzheimer es todavía
sólo posible después de la muerte, a través de una autopsia, cuando las
placas y los nudos pueden verse. Pero con las técnicas disponibles, los
médicos pueden estar bastante seguros de diagnosticar correctamente a
una persona viva. Aquí mencionamos cómo lo hacen.
Reúnen antecedentes detallados sobre los pacientes, incluyendo:
- Una descripción de cómo y cuándo comenzaron los síntomas
- Una descripción del paciente y del trastorno médico, incluyendo antecedentes generales familiares
- Una evaluación del estado emocional del paciente y de su medio ambiente
Reciben información a través de los miembros de la familia o de los amigos íntimos:
- Las personas cercanas al paciente pueden brindar información valiosa
sobre cómo ha cambiado su comportamiento y su personalidad; muchas
veces, la familia y los amigos saben que algo anda mal aun antes de que
los cambios sean evidentes en las pruebas de diagnóstico.
Realizan exámenes físicos y neurológicos y pruebas de laboratorio:
- Los exámenes de sangre y otras pruebas médicas ayudan a determinar
el funcionamiento neurológico y a identificar las causas de la demencia
no relacionada con el Alzheimer.
Realizan una tomografía computarizada (CT) o una prueba de imágenes por resonancia magnética (MRI):
- Los exámenes cerebrales como éstos pueden detectar accidentes
cerebrovasculares o tumores, o pueden revelar cambios en la estructura y
en el funcionamiento del cerebro que indican el desarrollo de Alzheimer
precoz.
Realizan una prueba neuropsicológica:
- Las pruebas de Preguntas y Respuestas o las tareas de otro tipo que
miden la memoria, las aptitudes del lenguaje, la capacidad de hacer
ejercicios matemáticos y las capacidades de otro tipo relacionadas al
funcionamiento cerebral, indican la clase de cambios cognitivos que
ocurren en el cerebro.
Criterios para determinar una “probable” enfermedad de Alzheimer
Dado que no existe ninguna prueba biológica sencilla y confiable para
diagnosticar Alzheimer, el Instituto Nacional de Trastornos
Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares y la Asociación de Alzheimer
han establecido criterios para ayudar a los médicos a diagnosticar
Alzheimer. Estos criterios también ayudan a los médicos a distinguir
entre las formas de Alzheimer y otros tipos de demencias. La enfermedad
de Alzheimer “probable” se determina cuando una persona tiene:
- demencia confirmada mediante un examen clínico y neuropsicológico
- problemas en al menos dos áreas del funcionamiento mental
- empeoramiento progresivo de la memoria y de otra función mental
- ningún trastorno de la conciencia (no existen períodos en blanco)
- comienzo de los síntomas entre los 40 y los 90 años de edad
- ninguna otra enfermedad que pudiera incluir demencia
A medida que envejecen, algunas personas desarrollan un déficit de
memoria mayor de lo que se espera para su edad. Sin embargo, otros
aspectos de la función cognitiva no son afectados, de manera que estas
personas no satisfacen todos los criterios establecidos en el
diagnóstico de Alzheimer. Por lo tanto, se dice que tienen una
“deficiencia cognitiva leve” (MCI, por su sigla en inglés). Cerca del 40
por ciento de estos individuos desarrollarán Alzheimer en un período de
3 años. Otros, sin embargo, no desarrollarán la enfermedad, al menos en
el plazo estudiado hasta ahora (hasta aproximadamente 6 años). La
comprensión de las características y el desarrollo de MCI es esencial
para ayudar a los médicos a diagnosticar las fases iniciales del
Alzheimer.